viernes, 20 de abril de 2012

RECUERDOS QUE NO SE VAN

Últimamente, me he topado con una gris y desafortunada lista de personas que han terminado sus relaciones (y en la que cabisbajo, tristemente confieso estar incluido) relaciones en que el tiempo varia, unas de menos de un mes, otras de mas de uno, dos, tres y mas meses, incluso otras que han pasado el año, la de un amigo por ejemplo paso los dos años, pero cada una de estas relaciones sin importar el tiempo que hayan durado encierran una historia, cada una distinta de la otra, pero todas, con el mismo final, un disparo certero al corazón, que no te mata pero te hiere de muerte y te condena a vivir con la herida por un tiempo medianamente largo, hasta que encuentres un donante,alguien que te de su corazón sin pedir nada a cambio. Sucede que cuando terminas una relación (y sobre todo cuando la terminas mal), cierras una puerta, una puerta que juras nunca mas volver a abrir, y ese juramento lo haces destilando altas dosis de rencor y de cólera pero con el muy pero muy camuflado deseo, de volver a abrirla algun día y si es antes mejor, para que todo sea como antes, sin embargo despues de un tiempo, en el que sin pensar decidiste rehacer tu vida y te enfrascaste en relaciones que no funcionaron te das cuenta que el haber buscado exterminar ese sentimiento nostálgico que aun te inspira tu pasado y que aun queda por aquella maldita bruja, no hizo otra cosa que encerrarte aun mas tras de los indestructibles barrotes de su recuerdo. cometemos el error de embriagarnos a diestra y siniestra cayendo victimas voluntarias de besos lujuriosos y noches desenfrenadas con quien se cruce en el camino sin importar quien sea, total, es para anestesiar el dolor de aun sabernos solos, solos como un hongo, aunque haya mil personas que a tu lado dicen que no lo estas, te sientes asi porque él o ella esta lejos y se olvido de ti y lo mas probable es que jamas regrese y lo mas probable es que ya este con alguien mas. Así pues, lo malo de archivar los recuerdos de las relaciones y conservar alguna foto, diario, peluche o prenda que te recuerde a él o ella es que un día, digamos un domingo, te diste cuenta que tu cuarto parece un cuchitril y decides limpiarlo, te topas con ese objeto polvoriento, y en un acto entre nostálgico y masoquista, lo exhaminas, lo abres, le quitas el polvo. Y como exhumar un ataúd siempre trae consecuencias, enseguida dejas de limpiar y te sientas con las piernas abiertas apoyando los codos en las rodillas y empiezas a ver fotos, leer cartas, a reírte o llorar de los posits (¿asi se escribe?) en los que ella te escribió una dedicatoria al paso o donde dejo el cariñoso deseo: que tengas un dia amor.

Es bien raro eso. Es husmear en tu pasado a escondidas de ti mismo y sentir, por unos segundos, que en tu interior chispean aun algunos cables chamuscados que creias congelados. Es como forzar la puerta que tu memoria ya había cerrado con mil llaves, pero que sin embargo resistió. La gente de algun modo se siente bien con esas ceremonias ocultas. Nos cuesta pasar la página del todo y por eso uno colecciona vestigios y agrupa minicadáveres cuya misión es imposible: eternizar algo que ya no existe o preservar lo que ya fue, creemos infantilemente en que algun dia volvera para quedarse y no irse nunca más. Yo también he preservado algunas piezas de mi biografía amorosa, Pero eso se acabó. Juro dedicarme a deshacerme de algunos objetos que ya no tiene sentido seguir conservando. Para qué retenerlos si ya perdieron su valor simbólico y dejaron de cumplir su finalidad original: hacerme sonreír, ya no lo hacen, ahora solo me recuerda que algo demasiado fuerte dejo en mi, abrí esa puerta que jure no abrir mas, y ahora no se como cerrarla, en fin. es ahí donde descubres que aunque hayan pasado mil años aun esta en ti y mantiene secuestrada parte de tu memoria, de tu corazón y de tu alma, y buscas ayuda, solo que no siempre funciona. Es hora de mandar esos recuerdos de licencia sin goce de haber para que no regresen nunca más. He decidido entonces incinerar algunas fotos y papeles y no lo hago para espantar al monstruo del pasado, sino más bien para despedirlo oficialmente dándole las gracias por los servicios prestados. Creo que esas extirpaciones son necesarias. Primero, porque es parte de una saludable limpieza interior y segundo, porque necesitas que tu ‘habitación’ retorne a su vacío original. No vaya a ser que por ahí aparezca una niña con nuevos cachivaches para ti, y tú no tengas lugar donde acomodarlos.